Llegan los primeros calores, las primeras siestas, las tardes interminables. Buscamos la sombra de los árboles, nos sentamos a reposar la comida. Y alguien cuenta algo, un cuento, una leyenda. De diablos, de malos y de buenos, de niños que corren, de princesas, de sustos, de sorpresas.
¡Gracias, Katy!
1 comentario:
Enhorabuena Kati has redescubierto la manera de enseñar de los primeros moradores de Altamira
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